© Lorena Amorós · 2017
NATURALEZA ZOMBI
Instalación de pintura, vídeo, dibujo y escultura. Medidas variables. 2015.
Proyecto expuesto en la galería Adora Calvo.
La exposición aborda el fenómeno de la taxidermia tomando como referente histórico la figura de Martha Maxwell (1831, Condado de Tioga, Pennsylvania), la primera mujer naturalista y aficionada a esta práctica que se convirtió en una figura pública, y que llegaría a tener una notable actividad en la defensa de los derechos de la mujer.
La afición de Maxwell por la naturaleza
despertó muy temprano, pero no fue hasta 1862 cuando comenzó a disecar, tras quedar impresionada por la visión de la gran cantidad de aves y mamíferos embalsamados que encontró en una cabaña de su propiedad, ocupada ilegalmente por un taxidermista de origen alemán que se había instalado en ella. Curiosamente, estos avatares tienen un paralelismo con algunos acontecimientos biográficos míos. En particular, el encuentro con una propiedad familiar ocupada por un individuo cazador y convertida en un taller de disección animal. Un escenario que descubrí inesperadamente y que ha dejado en mi trabajo la impronta de este extraño imaginario que, sin duda, remite a un mundo ajeno conectado con un pasado incompatible con nuestra sensibilidad actual.
La exposición muestra los paralelismos existentes entre la dos biografías, que se entrecruzan en las distintas piezas de la exposición a través del dibujo, el vídeo, la pintura y la escultura. Es así como «Naturaleza Zombi» hace hincapié en la taxidermia como forma de artesanía inquietante, pero no por ello menos significativa desde un punto de vista cultural y antropológico. Como sabemos, esta práctica ancestral remite a una particular relación con los cadáveres de los animales, ya sea como trofeos de caza o como ejemplares de una escenificación pedagógica en los museos de Historia Natural. Asimismo, no podemos pasar por alto cómo, desde el género de la Naturaleza Muerta, el arte se ha venido preocupando por un rescate de los cuerpos, a través de las imágenes, antes de su putrefacción. En la mayoría de los casos, esta iconografía ambigua, entre lo animado y lo inanimado, insiste en un mensaje moralizante de lo efímero de los placeres y de los sentidos. Es por ello por lo que en «Naturaleza Zombi» propongo un imaginario donde la simbología referida al animal nos interroga sobre su verdadera naturaleza, sobre el dilema de las apariencias.
En el escenario taxidérmico que he creado la pulsión de muerte está implícita, si bien desde un punto de vista irónico.
Los vídeos que forman parte del proyecto dan cuenta del espacio doméstico, ahora vacío, donde se llevaron a cabo las prácticas taxidermistas: el vaciado del cadáver, la preparación de la piel y su moldeado a partir del esqueleto. Un escenario doméstico invadido por un oficio que se desarrolla habitualmente en ámbitos privados, aunque su despliegue necesita de los instrumentales y los procedimientos de un taller.
Los dibujos pueden interpretarse en dos direcciones. Por una parte, dialogan con las imágenes que, como flashes de la visión perturbadora de animales inmóviles que simulan una actitud viviente, podemos observar en los vídeos. Por otra parte, de forma igualmente alegórica, conversan con las páginas que guardan los manuales de taxidermia, donde se explicita la desfiguración del animal muerto para finalmente realizar su reconstrucción y su naturalización, su vuelta a la «vida». De igual manera, estos dibujos dan cuenta de las especies más comunes del contexto natural situándose en una zona de ambigüedad entre el estudio de la naturaleza y su posesión como icono y objeto ornamental.
Las obras pictóricas se presentan como recreaciones facsímiles de las revistas y folletos que se enviaban por correspondencia en los 60s y 70s. Con el aspecto precario y algo anticuado de aquellas publicaciones, se trata pictóricamente el universo icónico de los animales autóctonos y salvajes. Ese universo provoca una fascinación que sigue alimentando productos coleccionables en un nicho de consumo en los medios de comunicación y en la industria editorial. Igualmente, estos nuevos imaginarios podrían ser interpretados como actualizaciones de las vanitas o las naturalezas muertas de otro tiempo.
Las obras escultóricas, por su parte, se detienen en la artesanía y en la parte más didáctica de la taxidermia, en la manufactura que da lugar a un objeto que recuerda al animal vivo en un esfuerzo de mímesis. El armazón sobre el que se crea la forma, la piel como aspecto exterior, la materialidad que se implica en el proceso de reconstrucción, forman parte igualmente de un trabajo con una estética propia, que podría ser vista como Kitsch o como algo grotesco, y que ahora, en la exposición «Naturaleza Zombi», puede ser reinterpretada desde la mirada distanciada que me permite el arte.